Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1638
Legislatura: 1898-1899 (Cortes de 1898 a 1899)
Sesión: 10 de mayo de 1898
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 18, 449
Tema: Condiciones en que se ha producido el desastre de Cavite

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): ¿Podrá creer nadie, Sres. Diputados, al oír, al Sr. Salmerón esta tarde, que está pasando España por las mayores dificultades por que ha pasado país alguno, con dos tremendas insurrecciones coloniales y con una guerra extranjera, desigual y aterradora? ¿Habría quien lo creyera al oír a ese señor Diputado español? (Aprobación.) ¿Y habría quien al oírle, y sabiendo estas cosas, creyera que el que hablaba era un español? (Muy bien, muy bien.- El Sr. Salmerón: Español y muy español.- En la mayoría y en la minoría conservadora: No, no.)

Eso no conviene proclamarlo; eso lo que conviene es practicarlo. (Aplausos en la mayoría y en la minoría conservadora.- El Sr. Salmerón pronuncia algunas palabras que no se percibe.)

¿Quién viene aquí a excitar las pasiones? ¿Quién viene a conmover los ánimos? ¿Quién viene a introducir discordias entre los representantes del país? Pues con eso, en estos momentos terribles, se hace un gran camino para la victoria del enemigo extranjero. (Nuevos aplausos en la mayoría y en la minoría conservadora.)

Con palabras de concordia hemos venido aquí nosotros, porque a todos nos conviene aunar voluntades y negociar el apoyo de todo buen español para salir lo menos mal posible, si puede ser victoriosamente mejor, de las grandes desgracias que nos amenazan. Yo, ¿cómo he de dudar de las intenciones de nadie? Pero la verdad es, que, cuando los peligros que nos amenazan debían unirnos a todos los españoles, viene S. S. a desunirnos y ¡en qué términos! Pues es necesario que se sepa que hay españoles que están dispuestos a sacrificarlo todo, ideas, partido, hacienda, la vida, por la Patria en peligro? (El Sr. Romero Robledo: Todos, no; menos el Sr. Salmerón.-Aplausos. El Sr. Salmerón pronuncia palabras que no se oyen por impedirlo las que a su vez le dirigen muchos señores Diputados.)

Si estuvieran todos dispuestos a hacer el sacrificio que exige el patriotismo, no hubiéramos presenciado lo que hemos presenciado esta tarde, no hubiera oído palabras que no deben pronunciarse. Ataques a los carlistas, ataques a los conservadores de todas ramas, ataques a los liberales, ataques a todo; sin pensar más que en su egoísmo político. (En la mayoría: Muy bien, muy bien.)

Sí, de un lado aparecen los españoles, que afortunadamente constituyen la inmensa mayoría, como es su deber, sacrifican todo, todo, ideas políticas, aspiraciones, partidos, hacienda, vida, por la Patria en peligro; de otro, los que no quieren sacrificar nada; ni su idea, ni su partido. Los que, en lugar de sacrificarlo todo en aras de la Patria, quieren aprovecharse de sus desgracias (Aplausos en la mayoría y en la minoría conservadora) y pretenden explotarlas en beneficio de sus egoísmos políticos, anteponiendo sus ideales, la suerte de su partido y los pequeños intereses de bandería a los grandes interese de la Patria y de la integridad y de la honra de la Nación. (Muy bien).

¡Ah, Sr. Salmerón! Yo no he oído a S. S. con grandísima pena porque yo no dejo de reconocer los merecimientos de S. S. y mucho menos sus grandes talentos, pero cuanto más grandes sean sus méritos y su talento, más pena me da ver a S. S. en esas corrientes, en que le arrastra su pasión política, que le ciega hasta tal punto que parece olvidarse por completo de la Patria, por más que tantas veces la cita en vano. Sí, lo veo con mucha pena porque después [449] de oír a S. S., no parece sino que con tal de que fructifiquen sus aspiraciones políticas, la Patria no le importa nada. No le importa que el extranjero nos haya declarado bárbaramente la guerra, no le importa que nuestros soldados estén en combate desigual defendiendo la Patria; venga el extranjero, vengan todas las calamidades? (El Sr. Salmerón: ¿Dónde he dicho yo eso? - Voces: Sí, sí.- El Sr. Presidente llama al orden.)

¿Qué importa que la Patria se convierta en ruinas, con tal de que sobre ellas pudiera S. S. plantar el banderín de la anarquía que no sería otra cosa lo que sobre esas ruinas prevaleciera? (Grandes aplausos.)

Sirvan, pues, estas palabras de protesta contra algunas de las pronunciadas por S. S. y como este debate, por lo visto, no ha de acabar hoy, me reservo para otra ocasión el hacerme cargo, con más clama que pudiera hacerlo ahora, de algunos argumentos de los cuales con dificultad podría ocuparme en este momento.

Antes de terminar, debo hacer un llamamiento a la Cámara.

Está pendiente de discusión todavía un proyecto de ley de autorizaciones para recursos extraordinarios, y el llamamiento que yo hago a la Cámara es que se sirva aprobarlo lo antes posible. (Muchos señores Diputados: Ahora mismo.) El Gobierno tenía recursos debidos a anteriores autorizaciones para proseguir la guerra de Cuba, pero como sobre esta guerra ha venido la guerra con los Estados Unidos, los gastos se han aumentado considerablemente y el Gobierno no tendría los recursos necesarios para proseguirla, si en el acto no se vota este proyecto de autorizaciones. (Varios Sres. Diputados: Sí, sí.) En nombre, pues, del soldado, en nombre del ejército de mar y tierra y de todos los que están combatiendo por la Patria, en nombre de los grandes intereses de la Patria misma, pido a la cámara que se sirva aprobar inmediatamente el proyecto de recursos extraordinarios. (Aplausos.- Muchos Sres. Diputados: Ahora mismo.- El Sr. Salmerón pide la palabra.)

El Sr. PRESIDENTE : Se suspende esta discusión.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL